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El Primer

 

 

Camin

 

“La historia olvidada del camino a Santiago"

Alfonso II "El Casto"
Alfonso II "El Casto"

 

Todo comienza en los albores del siglo IX, cuando en el 813, reinando Alfonso II "El Casto", un eremita llamado Pelayo (Paio), ve unos luceros señalando un túmulo en el monte Libradón (Liberum Donum). Tal maravilla, se la comunica al Obispo de Iria Flavia, Teodomiro, que inmediatamente, ordena limpiar la zona y excavar el túmulo. Ante el asombro de todos se descubre un arca de mármol que contiene restos humanos que, por revelación divina, Teodomiro dice son los del Apóstol Santiago.

 

El Obispo, se desplaza a Oviedo y en la corte astur informa al Rey del milagroso descubrimiento de los restos del Apóstol.

 

Alfonso II ordena al obispo Teodomiro que se proceda a la edificación de una iglesia sobre el sepulcro, y en el 814 se finaliza una pequeña construcción, de adobe y piedra, que albergará los restos del Apóstol.

 

Alfonso II, consulta a los abates de su corte y decide desplazarse al lugar, encaminándose hacia el "Campus Stellae" (Compostela) siguiendo el camino más corto, el ahora conocido como "asturiano del interior", que partiendo de Oviedo, discurre por Las Regueras, Grado, Salas, Tineo, Grandas de Salime y por el Puerto del Acebo entra en la provincia de Lugo. Con toda probabilidad, corría el año 829 y se iniciaba la primera peregrinación y el nacimiento, por Orden Real, de "una ciudad réplica fiel y exacta de la corte ovetense".

 

A partir de esta primera peregrinación real, a la tumba de Santiago el Mayor, se produce un efecto en cascada y, por los difíciles caminos del norte peninsular, los peregrinos comienzan a fluir hacia la tumba del apóstol. Los reyes asturianos, sucesores de Alfonso II el Casto, se vuelcan en donaciones y privilegios, a la que pasaría a ser, junto a Jerusalén y Roma, una de las grandes ciudades místicas del cristianismo, naciendo así una fuerte vinculación entre la corte ovetense y la floreciente Santiago de Compostela.

 

Durante el reinado de Alfonso III el Magno la expansión territorial alcanza a las ciudades de Burgos, Zamora, Toro, Chaves, Coimbra y Oporto; el curso del Duero hará de frontera del reino. Es el momento de máximo esplendor del Asturorum regnum, la supremacía militar es reconocida, incluso, por el emir de Córdoba, que se ve obligado a negociar con el soberano astur una tregua que diera un respiro a los estados islámicos.

 

Tras un relativo periodo de calma, retornan las hostilidades con Al-Andalus. Es atacada Zamora por tropas beréberes, que son ampliamente derrotadas en la conocida como "Batalla del foso de Zamora".

Al margen de las dificultades internas con sus hijos, Alfonso III prosigue el avance conquistador y repoblador, llegando hasta las puertas de Toledo y tomando el castillo de Quinicialubel. Son los últimos momentos de su reinado, comenzando una de las etapas más oscuras de la historia del reino asturiano. El Rey es desposeído de la corona por sus tres hijos que le recluyen en la aldea de Boiges (Valdedios); estos se reparten el reino y los territorios que configuraban el Asturorum regnum: Asturias, León y Galicia, más tierras cantabras, castellanas, vasconas y lusitanas, que en aquellos momentos no tenían semejante diferenciación.

 

En el año 910, muerto Alfonso III, se consuma el reparto y la división del reino. Esta situación no duraría mucho pues, tras la repentina muerte de García, retornamos nuevamente a un único reino Astur-Leonés, bajo la corona de Ordoño II. La corte se consolida en la ciudad de León y poco a poco Oviedo va quedando sumido en el olvido.

 

Tras la consolidación de León, el primer camino es olvidado. Nacen rutas menos penosas y, otros caminos, más fáciles de recorrer llevaran a Compostela peregrinos de todos los confines del continente, que harán de correa de trasmisión y facilitaran el flujo cultural entre Europa y la nueva nación que, poco a poco, dejaba atrás la influencia Islámica. Pero está muy claro que todos estos grandes acontecimientos posteriores, no hubieran existido, si no fuera por los antecedentes asturianos y lo que Asturias y sus reyes habían originado: la aceptación del sepulcro aparecido en el bosque de Liberum Donum; la primera iglesia mandada edificar por Alfonso II el Casto; hospitales "junto al camino", sirva de ejemplo el donado por Alfonso II, en el año 883, al obispo de Compostela Sisnando, edificado en Cerredo (Tineo); la posterior basílica mandada construir por Alfonso III; los monasterios y, en definitiva, el santuario compostelano.

 

Habrá quien no quiera aceptar esta afirmación, unos por desconocimiento de la historia y otros, los habituales flagelantes del Asturorum regnum y de lo Astur, porque nunca destacaran nuestros servicios a la Historia e intentaran desacreditar, menospreciar y llegar incluso a silenciar el propio desarrollo de los hechos.

 

Yo, aun a fuerza de repetirme, nunca me cansaré de defender la indiscutible identidad y ancestral realidad histórica de Asturias. Y en este caso, la defensa es fácil ya que las pruebas históricas dicen que todo ello fue posible gracias a los primeros reyes promotores: Alfonso II el Casto, Ramiro I, Ordoño I y Alfonso III el Magno.

 

Y como dice el historiador Vicente José González García, en su obra "Oviedo y la Ruta Jacobea", "En Oviedo está el origen del primer Itinerario Cultural Europeo y el modelo urbano del Santiago alto-medieval".

 

De aquí partió la Historia, y de aquí partirá nuestro "Itinerario a Santiago"; más que pese a algunos que se van a buscarlo a Pirineos.

 

Quien va a Santiago

 


y no a San Salvador

 


visita al criado

 


y olvida al Señor”

Publicado en Escaño Policial (Nº47 Noviembre 2004)
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